El sueño del vagabundo

-¿Te cuento una historia?

- ¿Algo así como un cuento?

-Algo así

- Vale...

- Una vez conocí a un vagabundo. Uno de esos en los que apenas nos fijamos, bien porque los pasamos por alto o porque giramos la cabeza cuando, por error, se cruzan en nuestra visual.

- Eres muy cruel generalizando así. Yo no hago eso...

- Perdona. Sólo hacia referencia a lo desprotegidos que están por la sociedad.

- Ya... tienes razón, sé a que te refieres.

- Bueno, el caso es que yo estaba con unos amigos viendo un partido de fútbol en un bar y aquel hombre permaneció de pie fuera del local, durante casi dos horas, observando cada jugada a través de una de las ventanas.

Cuando terminó el partido, pedí un bocata de jamón y una botella de agua para dárselo.

- Bien por tí.

- Gracias, pero esa no es la cuestión. El vagabundo no me dio las gracias, sólo extendió su mano para recibir su cena y se giró alejándose. 

La verdad es que no me importó demasiado, él era ciertamente mayor y sólo pude sentir lástima. 

- Bueno, no todas las buenas acciones tienen una recompensa, ni siquiera una que reconforte a tu conciencia.

- Lo sé, pero ese no es el final de la historia.

- Ah perdona, sigue por favor.

- Días después volví a verle. Esta vez en un parque cercano a donde le vi la primera vez. Estaba sentado en un banco, inmóvil, con la cabeza gacha y la mirada perdida. No sabría decirte porqué pero en aquel momento sentí la necesidad de acercarme a hablar con él.

Cuando llegué a su altura me senté a su lado, pero permaneció impertérrito. Observé que llevaba una cadena al cuello con una medalla. En ella portaba una foto gastada, casi blanquecina, pero en la que podía distinguirse todavía el rostro de una mujer de mediana edad. "Perdone la curiosidad pero: ¿Quién es la mujer de la foto?"

- Un poco directo ¿no crees?

- Sí pero me salió así. El caso es que por la razón que sea el vagabundo, sin variar un ápice su posición, me contestó: "Mi mujer. Murió hace ya muchos años"

"Lo siento" le dije, "no pretendía molestarle ni recordarle momentos agrios del pasado"

"Tranquilo chaval, ni un sólo instante con ella fue agrio"

"Estoy seguro de ello pero discúlpeme el atrevimiento, no tenía ningún derecho. Siento muchísimo su pérdida"

Me levanté avergonzado, dispuesto a irme sin más, cuando siguió hablando:

"Gracias chaval. Es duro recordarla, pero en cierto modo puedo decir que tengo suerte"

"¿Suerte?" le pregunté sorprendido. ¿Cómo una persona en su situación, viviendo solo y en la calle, podía decir semejante cosa?

"Sí" prosiguió, "sueño con ella cada noche"

- Bueno ¿y después?...no te pares, sigue sigue...

- Ya está, eso es todo. Me fui y no volvimos a cruzar palabra. Hace mucho que no le veo, no sé que habrá sido de él.

- Pobre.... Pero me he quedado a medias. Antes me hablaste de un final. No se puede decir que tu historia tenga un final.

- No, pero así fue tal y como sucedió.

- Bueno ¿y porqué me lo cuentas?

- Últimamente no puedo dormir.

- ¿Y?

- Me da miedo dejar de pensar en ti y no soñar contigo.

Por Ormuz

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