Anecdotario Conciertil (1)

Cualquier parecido con la ficción es mera coincidencia


Cada vez que me reúno con algún componente de los grupos a los que he pertenecido, repasamos una por una las anécdotas sufridas en los viajes de conciertos.

El sábado pasado coincidí con Braulio, guitarra solista de On Remand, grupo punky - de pastel pero punky al fin y al cabo - . Gastamos la noche recordando un directo que dimos junto con Los Destripadores, una banda que revisaba temas de los grandes del rock internacional. El destino: un pequeño pueblo del noroeste de la región.

Aquella vez como tantas otras, decidimos partir nada más comer a fin de montar el equipo de sonido - que era propio- y hacer las pruebas con suficiente margen de tiempo. Una vez prestos y cargados iniciamos una expedición que resultaría, cuanto menos, de infrecuente ocurrencia.

A mitad de camino Moreira, colega acompañante, espetó sin venir al caso y a modo de Harry el sucio: "Hoy puede ser un gran día". A lo que Braulio contestó con idéntica entonación: "Claro que si compañero, hay que ser un tipo duro". Seguiríamos hablando de esta manera el resto del periplo.

Nada más llegar, el dueño de la sala nos dirigió hacia ella para que comenzáramos con nuestro cometido. Él aprovecharía junto con un par de camareros para dejar lista la barra antes de la noche. Cuando estábamos inmersos en el proceso se acerca y nos informa de que ellos tenían todo preparado: ´Vosotros quedaros aquí y terminad´. Estupefactos asentimos en silencio. Nos dejaban solos. Solos en un bar con un barril recien pinchado, litros y litros del alcohol destilado y suficiente hielo en las camaras como para endurecer las tetillas de cien vacas lecheras. Lo único que diré es que aquel buen hombre aprendió una lección que no creo que aún haya olvidado: no se deja a un pirómano a cargo de una caja de cerillas.

Una hora antes de la actuación empezamos a notar que las miradas del dueño no eran tan amigables como antes. Previendo que su cabreo iría a mayores decidimos adelantarnos y preguntarle acerca de la barra libre; algo que todos los músicos sabemos que es un derecho intrínseco tan nuestro como la manzanilla a la Feria de Abril. Pues bien, él no debía tenerlo tan claro porque una vena de su cuello empezó a hincharse tanto que temimos que fuera a perder el conocimiento. Decidimos dejarlo correr, momentáneamente.

Comienza el concierto y echamos a suertes quien sale primero.... Los Destripadores. Craso error. Un consejo, si sois un grupo de repertorio propio intentad por todos los medios tocar antes que cualquier banda de versiones. Cuando llegó nuestro turno empezaron a pedirnos versiones a diestro y siniestro. Que si Soziedad Alcoholica, que si Extremoduro, que si Reincidentes.... Y no hay nada más triste que tener que justificarte diciendo: ´Somos un grupo de repertorio propio´. Cuando lo que realmente te apetece decir es: ´Mira chaval, ya te estás tirando millas si no quieres que te marque la cara con la pala de mi bajo´. Pero como detrás de ese están los cincuenta primos borrachos: ajo y agua.

Terminado el directo conseguimos enredar a uno de los camareros que nos sirvió gratis hasta que la vena con un hombre pegado a ella se percató de la jugada y cortó el suministro definitivamente. En fin, fue bonito mientras duró.

El resto de la noche no merece casi mención. Algunos oriundos del lugar se mosquearon por mirar a "sus chicas", otros por empujarles al pasar a su lado y otros por tirarles una copa; a puntito estuvimos de liarla parda cuando un colega que venía con nosotros les dijo: ´¿Por una copa? ¡Bah! Ve de mi parte al dueño que nosotros tenemos barra libre y pídete una ronda para tí y para tu chica... Ah¡ y un ron cola para mí, gracias´. Afortunada y milagrosamente la cosa no pasó a mayores.

Lo acordado con La Vena para alojarnos esa noche era un chalet a medio hacer que poseía el individuo, unos colchones tirados en el suelo hicieron el resto. A parte de un somier que Alberto, el batería de Los Destripadores, arrojó - sin querer evitarlo - sobre algunos de nosotros todo transcurrió con relativa normalidad.

La mañana siguiente, en pleno despertar colectivo, Manero - bajista de Los Destripadores - señaló dubitativo: ´He perdido una bota´. Un jadeo nervioso provocó voltear nuestra vista hacia la puerta y observar como Alberto sostenía la misma como si de la piedra filosofal se tratara. Manero voceó tras él escaleras abajo, encontró la bota a medio bajar y calzóse preguntando: ´¿Donde ha ido el payaso este?´. El payaso ese estaba mirándose al espejo del cuarto de baño, desnudo de cintura para arriba y riendo temblorosamente. Repentinamente salió corriendo, agarró una sierra de calar y simuló, bajo la lluvia matutina, que podaba los setos del jardín. Tuvimos que esperar más de una hora a que se calmara para meterlo en el coche y salir pitando de allí.

Ya en la vuelta Moreira, Braulio y yo continuábamos nuestras charlas "harrysucianas" hasta que el primero comentó: ´¿y si empezamos a hablar normal?´. Admitimos que tenía razón y no cruzamos palabra el resto del camino.


FIN
P.D.: La sierra de calar apareció unos días después en el coche de Moreira el cual la subastó en e-bay. Cualquiera volvía a devolverla.
Por Ormuz

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
http://www.youtube.com/watch?v=gsfAmkKRcFU



Your little sister
Anónimo ha dicho que…
:)

Saludos!