Carta franca (o para que me abandones)

Sempiterna Compañera:

Hoy mi atención ha sido para ti. Otra vez, lo sé, no puedo evitarlo. Hoy me has calado hondo. No me entiendas mal, no pretendo regalarte los oídos en espera de que modifiques en modo alguno tus sentimientos hacia mí. Es un simple comentario, una perogrullada de tono medio, una verdad absoluta en todo grado.

Por mi parte, y te soy sincero, sólo me quedan palabras de desprecio que ofrecerte. No es ningún secreto - todos lo saben - que te odio con todas mis fuerzas. Tanto que se me calan los huesos. Tanto que se me quiebra el alma. Tanto que se me encogen los huevos y siento frío. A tu lado, se endurece el nudo de mi garganta que, cruel, me impide tragar las lágrimas que oprimo.

A veces grito, rebelde, con la convicción de un preso en fuga. Entonces me despisto y me calmas con tus versos envenenados obligándome a observarte. Esa es mi perdición, ahí esta la clave: Tu inquisidora mirada. Esa perra mal nacida conoce todos mis movimientos. Se anticipa a ellos anulando mi capacidad de reacción. No es una lucha limpia, no señora. Siempre me ganas por goleada.

Sinceridad, te lo dije, hoy no te miento. Porque hoy me has calado hondo. Y es por eso que puedo decir, sin temor a equivocarme, que hoy también te quiero.

Te quiero ahora que me acompañas, ahora que ves correr el mar sobre mí, ahora que inundas mi espacio. Mi única compañera, sempiterna a mi lado.

Tú, que escondida, me prestas silencio. Tú, que callada, enrareces mi voz.

Tú y solo tú, magnífica ladrona.

Eternamente tuyo,

Tu atormentado amante.

Por Ormuz

Comentarios

Y. ha dicho que…
Me gusta este textito. Un poco duro en algunas partes, para mí.

Vengo del myspace. soy ye.

muas