La desgracia del fotógrafo. Prólogo

Arrodillado, derrotado y hundido. Pau se derrumbaba en lágrimas con la respiración entrecortada, como el sofoco de un crío pero con el alma adulta hecha trozos, añicos, polvo.

No había nadie más en la sala. A su alrededor se sostenían fotografías enmarcadas sobre paredes blancas: retratos de una misma modelo y entre ellas un hueco. Un intermedio ante el que hincaba el fotógrafo sus rodillas, ante el que vomitaba su pena, ante el que deseaba morir.

Vacío en blanco teñido de azul por las sirenas de policía.

(Continuará...)

Por Ormuz

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