Nada es imposible (o soneto para una estrella moribunda)

En tanto pierden carga los metales,
buscando ser un gas de talla noble,
la presa enana blanca queda inmoble
y oculta la esperanza en orbitales.

Resiste entre periodos senoidales
ataques de gigantes de alma ignoble.
Batallas en pos de integrales dobles
dirimen las constantes más vitales.

No es más que la vergüenza del cobarde:
rendirse a gravedades expansibles
por más que no sea más que lo que aguarde.

Si puede plegar tiempos inflexibles,
quien dice que luchar aunque sea tarde
no es nada cuando nada es imposible.

Por Ormuz

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