La imaginación del Polonio

Marie permanecía inmóvil, escrutando aquel pedazo de pedrusco verde, ignorante de las infames agujas del reloj que marcaban los límites de su tiempo y su rutina. La misma con la que siempre batalló y que tantos adeptos quisieron imponerle desde su más tierna infancia. Impedimentos y barreras todos ellos. "Váyanse al infierno..." pensó

"Quieres decirme algo, lo sé..." Le dijo a la inerte. "Pues adelante, te escucho..."

"Loca..." le habría espetado su marido al verla hablando con un diminuto guijarro informe. Cuestión que a Marie le traía sin cuidado, pues ese escondía algo. Lo supo desde la primera vez que lo vio y no importaba cuan tozudo quisera ser, a cabezota nadie le ganaba. 

De pronto, y sin saber muy bien cómo, pues así  nacen a veces las ideas que cambian el mundo, pudo verlo con claridad.

" ¡Eso es! ...Claro que sí... Pero necesitaremos toneladas...Bueno es igual... Madre mía, si Pierre estuviera aquí..."

-¡Cariño! Baja ya que nos vamos.

-Jo Mamá. ¡Estaba a punto de descubrir el Polonio!

-¿El polo que?...nunca entenderé de quien sacas esas ideas. Anda, coge tu portátil que llegamos tarde al taller de robótica.

Ormuz

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